Entender cómo funciona el árbol de la vida, uno de los principales pilares de la Kabbalah, es un gran punto de partida para entenderte a ti.

Mi muy querida comunidad,

El post de hoy no necesita mayor introducción. Vamos a hablar sobre el árbol de la vida de la Kabbalah, la rama mística del Judaísmo.

Sobre la Kabbalah hablaré más a fondo en otro post (lo amerita, créanme). Por ahora, sin embargo, les voy a dar un abrebocas con el árbol de la vida, uno de los principales pilares de lo que para mí es una de las filosofías de vida más poderosas que he conocido hasta hoy.

¿Qué es el árbol de la vida?

En una palabra, el árbol de la vida es el mundo del alma.

Suena fuerte ¿verdad? Es porque lo es.

Así como las raíces de un árbol están escondidas debajo de la tierra, las raíces del mundo físico (solo el 1% del mundo que vemos, según la Kabbalah), están escondidas en el mundo espiritual (el 99% de la realidad).

Tal como las raíces de un árbol bajo tierra, es imposible ver las raíces del mundo físico, pues se hayan ocultas detrás de esta “cortina” que es el mundo espiritual.

El árbol de la vida nos permite dar ese primer paso hacia entender el maravilloso mundo del alma.

¿Cómo funciona?

El árbol de la vida está compuesto de 10 sefirots, como puedes ver en la imagen.

Malkuth es el mundo físico en el que vivimos, y Kéter es el mundo iluminado y espiritual.

Nuestra evolución en este mundo puede ser “medida”, de alguna manera, por el árbol de la vida, ya que la idea es que venimos a esta realidad a aprender a manejar nuestros instintos más primarios (Yesod), hasta llegar a la iluminación, o Kéter.

Los 10 sefirots no son mutuamente excluyentes, es decir que puedes tocar Kéter cuando llega a ti una idea espectacular para ayudar a los demás, y aunque todavía está en el mundo abstracto del Bináh, haces uso de tu Jogmá (sabiduría) para traer esa idea al mundo físico (Malkuth).

¿Te das cuenta cómo todas las sefirot están inter-conectadas?

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¿Para qué sirve conocer el árbol de la vida de la Kabbalah?

El árbol del bien y del mal es, en su significado bíblico, la representación del mundo físico como lo conocemos después de que Adán y Eva hubieran comido uno de sus frutos.

En el mundo del bien y del mal existen por definición las polaridades: bueno y malo, arriba y abajo, belleza y fealdad, e.t.c.

Si nuestra vida está atada al árbol del bien y del mal, podemos esperar vivir una vida llena de dualidades y de contrastes (miedo, euforia, pérdida, alegría) mientras que, si aprendemos a restringir nuestro deseo de “explotar” cuando la vida nos envía pruebas y/o situaciones difíciles (salir de Yesod), vamos a lograr que nuestra alma se alinee con el árbol de la vida, permitiéndonos vivir una vida en equilibrio.

El maestro Albert Gozlan hace un buen trabajo explicando el árbol de la vida, y lo puedes ver acá.

Reflexión:

La vida siempre va a tender al equilibrio, tal como el universo mismo. Al fin y al cabo, el uno es un espejo del otro.

¿Qué pasaría si empiezas a girar la balanza hacia el lado de la luz, es decir, qué pasaría si en lugar de criticar, intentas mantenerte neutral, y si en lugar de juzgar, intentas entender?

Dale a la vida la oportunidad de mostrarte el otro lado de la cortina, un poco de aquel 99% en donde viven las raíces del alma, listas para ser descubiertas, posadas en el árbol de la vida de la Kabbalah.

Te reto a que pongas la imagen del árbol de la vida de Kabbalah en tu cuarto, y seas más consciente de en qué sefirot estás la mayor parte del tiempo.

Empezarás a ver cambios inmediatos en tu vida.